PALS

LA EDAD MEDIA AMPURDANESA
Girona

Un pueblo de aliento medieval y hermoso casco histórico a orillas del Mediterráneo. Si a eso le añadimos un buen puñado de leyendas y un entorno idílico salpicado de masías y campos de arroz, lo que nos queda se llama Pals.

Vista de Pals © viamagicae

Se encuentra Pals en el Bajo Ampurdán gerundense, ocupando un enclave con el que la naturaleza ha sido particularmente amable: paisajes suaves y serenos, un parque natural cuajado de marismas, dunas y aves, y las playas del viejo Mare Nostrum.

Pero la armonía del medio no ha evitado las convulsiones históricas, siendo Pals, como es, un pueblo con raíces en el Medievo. Revueltas, guerras y escaramuzas afectaron a una villa que ya contaba con fortificaciones en el siglo IX, y cuyo viejo castillo quedó maltrecho tras las refriegas con las tropas del rey Juan II. Terminado el conflicto, el monarca permitió que las piedras de la fortaleza arruinada se usaran en la reconstrucción de la iglesia de Sant Pere, y de la obra defensiva apenas quedó en pie lo que hoy llaman Torre de las horas, un bastión de quince metros de altura y planta circular que es el símbolo de la localidad.

Rincones del casco histórico © viamagicae

Tan larga historia ha dejado huellas bien visibles en el casco antiguo: hay puertas góticas, sillares románicos y ornamentos barrocos; hay arcos de herradura, lienzos de muralla y filigranas en forja. Todo encaja en una estética de piedras doradas y hermosas callejuelas que acaban llevando al mirador de Josep Pla para contemplar los campos ampurdaneses y las islas Medas.

Tampoco faltan vestigios de épocas más remotas, como las tumbas antropomorfas del período visigótico, ni mucho menos relatos, leyendas e invenciones, según corresponde a una población de largo recorrido. Unos resultan más clásicos, como los vinculados a la silueta de bruja que se aprecia en el muro de la iglesia de Sant Pere, y otros más extravagantes, como la teoría que sostiene que Colón no habría partido a la aventura desde Palos de la Frontera, sino de Pals, en plena costa gerundense. Sus defensores esgrimen que la villa contaba con un puerto de importancia en tiempos del proyecto colombino, y que, a diferencia de Palos, contaba también con unas murallas bien visibles que figuran, según dicen, en los documentos de la época…

Rincones del casco histórico [2] © viamagicae

Rincones del casco histórico [3] © viamagicae

Muy próxima al templo, pero separada de él, se encuentra la que llaman torre abacial, una gran atalaya nacida también en tiempos románicos y que quizá llego a formar parte de un monasterio. Aunque su aspecto, como casi todo en la ciudad medieval, haga pensar en la guerra.

Sin embargo, los tiempos pacíficos acabaron llegando a Laguardia cuando los Reyes Católicos acumularon todo el poder y las peloteras entre señores, tan frecuentes hasta ese momento, dejaron de producirse. Los del lugar decidieron entonces dedicar sus esfuerzos al comercio del vino y perforaron el subsuelo de la villa con galerías y corredores que servían de bodegas. Así llegó a formarse una red subterránea por la que, según se dice, podrían recorrerse las entrañas del pueblo entero.

Rincones del casco histórico [4] © viamagicae

Iglesia de Sant Pere © viamagicae

Torre de las horas © viamagicae