ACANTILADOS

Lugo

La costa de Xove, en la Mariña Lucense, es un tesoro relativamente desconocido para el común de los gallegos. Y quizá ese desconocimiento ha contribuido a mantener intacto un paisaje que, recorrido de oeste a este, termina en los asombrosos acantilados de Morás.

Acantilados © viamagicae

La historia y la leyenda ayudan a que resulte difícil ver esta zona como un lugar cualquiera. El nombre del municipio tiene, probablemente, relación con algún templo consagrado a Júpiter que los romanos erigieron aquí; y es también posible que, mucho antes de la llegada de las legiones, el actual Xove fuese un enclave con significación telúrica y religiosa. Está además la silueta del monte Medela, que en los días brumosos quiere recordar la del legendario Medulio y dar la razón a los que sostienen que aquí se libró la última de las batallas con Roma.

Y si la tierra firme de Xove era para los dioses y los héroes, sus aguas tenían que ser para la mayor de las criaturas marinas. Durante siglos se cazaron, remolcaron y descuartizaron las ballenas que pasaban cerca de estas costas. Pero en los años ochenta desaparecía el último resto de actividad ballenera en Galicia, con la factoría de Cabo Morás como uno de los centros de esa etapa final.

Frias [1] © viamagicae

Por entonces se ponía a funcionar el actual faro de Punta Roncadoira, cuyo entorno es quizá el más majestuoso de todo el accidentado e impresionante litoral de Xove. Un litoral que puede recorrerse a pie por la Ruta del Cantábrico, entre precipicios y alfombras de hierba. Pero su enclave de mayor espectacularidad está en Morás, justo antes de que la costa se repliegue para formar la ensenada de San Cibrao.

Aunque no anda escasa Galicia de kilómetros de costa, y aunque en todos ellos actúan el viento, las mareas, las olas y el salitre, las alucinantes paredes graníticas de Morás resultan únicas. El mar y la erosión han cortado los acantilados, han penetrado en ellos excavando simas y han creado, de algún modo, una de esas obras naturales que hay que ver con los propios ojos.

El aspecto de parte de las moles se asemeja al de una enorme cartulina estrujada, y resulta tan característico que ha servido para bautizar al lugar como Acantilados de Papel. Desde cierta distancia, la formación más peculiar recuerda a un descomunal paje cuya cabeza fuera una roca que permanece en equilibrio sobre el abismo. Son fantasías que encajan bien con un lugar en el que debió de librarse, en el principio de los tiempos, alguna lucha entre gigantes y titanes.

Acantilados [2] © viamagicae

Acantilados [3] © viamagicae

Frias [4] © viamagicae

Frias [5] © viamagicae

Frias [6] © viamagicae