SOS DEL REY CATÓLICO

LA CUNA DEL REY DE ARAGÓN
Zaragoza

Rodeada por sierras y cercana a los Pirineos, la villa zaragozana de Sos del Rey Católico conserva un magnífico casco histórico y la memoria del monarca que cambió para siempre el rumbo de la historia española.

Vista aérea de Sos del Rey Católico © viamagicae

Sos nació en mitad de la guerra y del conflicto. Primero fueron los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes, y después las mil y una disputas entre los reinos medievales de Aragón, Castilla y Navarra. Siempre estuvo Sos en territorios fronterizos y durante siglos no vivió otra cosa que episodios bélicos, así que el embrión de la villa tenía que ser un castillo. Y se construyó con madera, un material que solo el tiempo iría convirtiendo en piedra.

En cuanto hubo fortaleza y murallas se quiso un templo, claro. La iglesia de San Esteban continúa hoy junto al castillo de la Peña Felizana con su claustro, su portada románica y su espléndida cripta cubierta de pinturas góticas. También continúan siete de las puertas del perímetro fortificado que se trazó para proteger ambas construcciones y las casas que iban creciendo a su sombra. Uno de sus siete nombres, el portal del Mudo, ya anuncia una historia que es al mismo tiempo leyenda: la de un joven de la villa al que las tropas napoleónicas torturaron para obligarle a hablar y que, según cuenta la tradición, mordió con rabia su propia lengua y la escupió a los pies de sus verdugos.

Los estudiosos discuten todavía sobre el origen del topónimo de las tres letras, pero acerca de la referencia a Fernando el Católico, añadida oficialmente a principios del siglo XX, poco hay que discutir. El monarca de Aragón nació en Sos porque su madre, la reina Juana, decidió ir a dar a luz a la villa. Lo hizo en el palacio de los Sada, uno de los ilustres emblemas de la población, en el año 1452.

Casas en torno al castillo y la iglesia © viamagicae

La comunidad judía asentada aquí por entonces no podía imaginar que, cuatro décadas después, aquel niño, convertido en el rey Fernando, firmaría junto a su esposa Isabel el decreto para expulsar a los hebreos de sus dominios. Un golpe duro para la villa, que perdía así una parte importante de sus vecinos y estaba a punto de perder también su valor estratégico, al quedar los viejos reinos cristianos reunidos bajo un solo mando. De repente, la guerrera Sos ya no tenía guerras que librar.

De todo eso quedan huellas en la hoy pacífica y bella localidad sosiense: palacios renacentistas, casas nobles, una hermosa judería y viejos baluartes defensivos se apiñan en un núcleo de traza medieval muy bien conservado. Algo que, por cierto, no pasó por alto la productora cinematográfica que en los ochenta buscaba localizaciones para el rodaje de ‘La vaquilla’, de Luis García Berlanga: en estas calles acabaron rodándose muchas de las escenas de la película.

Calle Fernando el Católico © viamagicae

El pantocrátor y los símbolos de los evangelistas presiden ese soberbio conjunto de episodios bíblicos esculpidos en piedra que recuerda a los arcos de triunfo romanos y da una idea del esplendor vivido por el monasterio hacia el siglo XII. Esplendor en la arquitectura, en la riqueza de las obras producidas por su scriptorium y en la gestación histórica de la identidad catalana.

Continúa esa identidad muy ligada a la figura de Wifredo el Velloso, cuyo sepulcro cobijan los muros de Ripoll junto a los de otros condes de Barcelona. Al relato medieval de su leyenda se unió, siglos más tarde, el que narraba el origen de las cuatro ‘barras de sangre’ que forman hoy parte de la bandera de Cataluña. Se dijo que durante una batalla contra las huestes normandas, el emperador de los francos había mojado sus dedos en las heridas del bravo Wifredo y los había pasado sobre el escudo dorado del conde, fijando los colores de su emblema.

La tumba del Velloso y el propio monasterio de Ripoll retienen, así, la carga romántica de las historias del Medievo embellecidas e incorporadas, de una u otra forma, a la memoria de todo un pueblo.

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San Esteban, portada románica © viamagicae

Portada románica © viamagicae

Pinturas murales en la cripta © viamagicae

La cripta © viamagicae

Estatua a Luis Gª Berlanga por La vaquilla © viamagicae