ARDE LUCUS

Lugo

Corría el año 14 antes de Cristo y el culto a Augusto, primer emperador de Roma, llegaba a todos los rincones del imperio. En la remota Gallaecia, un asentamiento militar daba origen a la fundación de una nueva ciudad dedicada al imperator, y así quedaba sellado el pacto entre el divino gobernante y los pobladores galaicos.

Arde Lucus © viamagicae

El emplazamiento elegido para Lucus Augusti no era casual: una elevación, cercana al mayor río de la región, sobre la que había existido un castro antes de la llegada de las legiones. Quedaba a medio camino entre el mar y las explotaciones mineras, y se construyeron calzadas que la comunicaron con Bracara Augusta y Asturica Augusta, las otras grandes capitales del noroeste hispánico.

Para poblarla se licenció a los legionarios veteranos, pero pronto el centro urbano fue atrayendo habitantes de los castros próximos y Lucus creció hasta hacerse un enclave de considerable peso en la Hispania romana. Ya en el siglo III, cuando los fieros bárbaros empezaban a ser una amenaza para el imperio, la ciudad se encerró en una colosal muralla de más de dos kilómetros que ha llegado a nuestros días en mejor estado que ninguna otra en la Península Ibérica.

Arde Lucus [1] © viamagicae

Con un escenario y un pasado semejantes no era difícil que cuajase una iniciativa como el Arde Lucus, nacida en 2001 para retroceder dos milenios y evocar la esplendorosa urbe imperial. Durante tres días de junio, el recinto amurallado se inunda de tropas romanas, pobladores castrexos, monstruos mitológicos, nobles patricios, comerciantes, sacerdotisas y gladiadores. Todo es posible gracias a la implicación de los lucenses y su cuidado en que la fiesta, la diversión y las multitudes no afecten al rigor histórico y al sorprendente verismo logrado en la celebración.

El macelum, o mercado, es el punto de mayor ebullición y trasiego, pero la cantidad de actividades que se suceden durante las tres jornadas es tal que no resulta posible abarcarlo todo. La Cohors III Lucensium está acampada en la población, y también pululan tribus y clanes célticos junto a mercenarios, augures y hechiceros. Hay bodas romanas y celtas, y luchas a muerte en la arena. Hay asentamientos castreños, mercados de esclavos, catapultas y diablos sueltos por las calles.

Arde Lucus: carreras de bigas © viamagicae

Tampoco falta, haciendo honor a la fama de Lugo, qué comer y qué beber, ni actividades más tranquilas como exposiciones de máscaras usadas en los dramas romanos, confección de mosaicos, muestras de artesanía o espectáculos teatrales.

Resulta difícil encontrar algo que no haya en esta recreación de la Lucus Augusti dos veces milenaria. Incluso el fuego sagrado de Vesta es encendido solemnemente y mantenido durante los días de una fiesta que, en poco tiempo, se ha consolidado y ha logrado declaraciones de interés turístico gallego y nacional. Pero más allá de distinciones administrativas y de concentraciones multitudinarias, Arde Lucus es un acontecimiento que celebra la historia y despierta el ansia de bucear en sus profundidades. Para eso, desde luego, pocos lugares hay mejores que una ciudad rodeada de muros con diecisiete siglos de edad.

Arde Lucus: carreras de bigas [2] © viamagicae

Arde Lucus [2] © viamagicae

Arde Lucus [3] © viamagicae

Arde Lucus: firma de la paz © viamagicae

Arde Lucus [4] © viamagicae