Hace bastantes décadas, eran muchos los vecinos de la zona que tenían que marchar a otros lugares para salir adelante. Buena parte de ellos se dedicaba a vender barquillos en las ferias de la capital, y es por eso que hay en Parada una estatua dedicada al oficio de barquillero. Cuando llegaba el momento de partir a la gran ciudad, tenían que coger el tren en Monforte de Lemos, y para llegar allí había que bajar hasta el Sil, cruzarlo y ascender por la pendiente opuesta antes de seguir camino. Las mujeres y los hijos de los barquilleros, que se quedaban en la aldea, venían a este sitio para asegurarse de que la barca cruzaba el río sin novedad y su familiar llegaba sano y salvo a la otra orilla.