El descubrimiento en los trabajos de numerosas piezas cerámicas de cocina, y la ubicación del yacimiento en una antigua zona de paso, han añadido argumentos para creer que podría tratarse de los restos de un asentamiento rural estable, seguramente anterior a la construcción de la capilla y ajeno, en origen, a ermitaños, monjes y cenobitas. Tampoco se descarta la posibilidad de que los enterramientos y la desaparecida capilla hubiesen tenido alguna relación con dos monasterios que, según algunas fuentes, existían en la zona en el período central del Medievo.
Las sepulturas, que superan la cincuentena y están orientadas de este a oeste, podrían remontarse a los siglos IX y X. Se conservan algunas de las losas que las cubrían, y se han observado en ellas fragmentos que podrían proceder de una construcción mucho más antigua, quizá de los tiempos de la romanización. En el entorno se han hallado también monedas de la última Edad Media, así que parece haber una amplia franja histórica de actividad relacionada con este lugar.
Merece la pena acercarse al ayuntamiento de Parada de Sil y, desde la aldea de San Lourenzo, recorrer el camino que lleva a San Vítor. La obra funeraria que los antiguos realizaron vaciando la piedra no solo es una de las necrópolis medievales más notables del territorio gallego; es también uno de esos parajes que añaden misterio y fascinación a la tierra que, según la leyenda, despertó los celos de Juno.