La zona, de eso no hay duda, atrajo a los pobladores desde muy antiguo. Aquí hubo un asentamiento ibérico varios siglos antes de Cristo, y un núcleo de cierta importancia en la época romana del que dan fe los restos de la villa de Can Ring. Pero el Besalú por el que podemos pasear hoy no arranca verdaderamente hasta los tiempos medievales.
Los francos, que temían que el poderío musulmán avanzase hacia el norte, ocuparon la región a finales del siglo VIII. Andando el tiempo, Besalú acabó convirtiéndose en condado independiente, y sobre uno de aquellos condes, Bernat I, nació el relato legendario. Se contaba que durante una batalla contra los árabes, san Martín había entregado al noble una espada mágica capaz de rebanar el hierro. A Bernat le quedó el sobrenombre de Tallaferro, y bajo su mando se expandió el condado y creció una villa que ganó importancia gracias a su mercado, al que acudían todos los negociantes de la comarca.