CARDONA

LAS PIEDRAS ENCANTADAS DE CARDONA
Barcelona

La relativa cercanía de la capital barcelonesa ha limitado la fama de Cardona. Sin embargo, aquí se encuentran la fortaleza que conquistó a Orson Welles, la asombrosa Montaña de Sal y un puñado de historias llegadas del Medievo.

Castillo de Cardona © viamagicae

Los orígenes del castillo cardonense están en la profunda Edad Media, cuando los francos trataban de frenar la expansión musulmana hacia el norte. La larguísima historia del baluarte incluye su época en manos de los poderosos duques de Cardona y su resistencia frente a las fuerzas de Felipe V en la Guerra de Sucesión. Este fue el último reducto catalán en rendirse al ejército borbónico.

Como suele ocurrir, en torno al castillo se fue formando un arrabal que ganó derechos y privilegios comerciales. Pero aquí no solo había que proteger casas y templos. También estaba la Montaña de Sal, una formación natural única de la que solo emerge una pequeña parte. El resto penetra en la tierra hasta una profundidad que supera el kilómetro.

Cerro coronado por el castillo © viamagicae

La montaña ya era explotada a cielo abierto en tiempos muy lejanos, y en la Edad Moderna empezaron a abrirse galerías que facilitaron la extracción de sal desde el interior del coloso. En la actualidad, la mina no está activa, pero la visita a sus entrañas permite contemplar un alucinante mundo subterráneo de túneles, bóvedas y carámbanos que es el mayor atractivo del lugar. Con permiso, desde luego, de esa ciudadela en la que se arriman el castillo y la colegiata románica de San Vicente.

No está exactamente falto de historias el conjunto fortificado que domina la ciudad. Sirvió de escenario a Orson Welles en Campanadas a medianoche, y su torre más conocida, la Minyona, toma el nombre de una vieja leyenda que cuenta los amores imposibles de la cristiana Adalés y el musulmán Abdalá. Su idilio clandestino fue descubierto, y ella condenada a permanecer en la torre hasta que murió de pena. Dicen que su fantasma, o el de su amado, todavía recorre el castillo, y aunque ese es un relato parecido a muchos otros, quizá en el caso de Cardona haya que tomárselo un poco más en serio.

Baluarte e interior del castillo © viamagicae

Desde que el baluarte se convirtió en suntuoso parador turístico, en la década de los setenta, se han sucedido los testimonios de empleados y huéspedes que aseguran haber visto un alma en pena, notado una presencia espectral o advertido fenómenos de difícil explicación. La habitación 712, supuesto cobijo del fantasma, dejó de ser ofrecida a los visitantes y solo se utiliza cuando algún cliente, atraído por el fenómeno, pide expresamente pasar la noche en ella.

Entre la inmensa montaña salada, el aura mágica del castillo y la belleza de la colegiata se puede consumir buena parte del tiempo de quien se acerque a Cardona. Pero también hay que recorrer su centro histórico, que creció al abrigo de las dos moles y esconde tesoros como el templo gótico de San Miguel. A una prudencial distancia de esa zona, que fue de prósperos mercaderes medievales, se encuentra la Torre del Verdugo.

El encargado de ejecutar las condenas era un apestado; un personaje tan rechazado socialmente que debía vivir fuera de las murallas. Su antigua casa no está lejos de la Puerta de Graells, en cuyas torres, al parecer, llegó a colgarse una jaula de hierro que contenía los despojos de los ejecutados.

Pinturas murales en el atrio de San Vicente [1] © viamagicae

Pinturas murales en el atrio de San Vicente [2] © viamagicae

Pinturas murales en el atrio de San Vicente [3] © viamagicae

Pinturas murales en el atrio de San Vicente [4] © viamagicae