De aquellos y de muchos otros avatares salió maltrecho el monumento, y las tropas napoleónicas terminaron de arruinarlo cuando invadieron la villa, largo tiempo después. Lo que hoy se puede ver es, en buena parte, el resultado de una rigurosa restauración realizada en el siglo XX.
Pero no solo del castillo vive quien visita Coca. De la muralla medieval, levantada sobre el muro romano y el aún más antiguo celtíbero, continúa en pie un buen tramo que incluye una de las puertas de acceso a la ciudad. Tan en pie como la torre mudéjar de San Nicolás, erigida en el siglo XII con un templo que no ha llegado hasta nosotros. Sí han llegado, en cambio, las ruinas de una construcción mucho más distante en el tiempo: una obra romana, de función desconocida, que sirve para recordarnos que esta población cuenta su edad por milenios.