COSTA ASTURIANA

Asturias

En el litoral asturiano occidental, entre Cadavedo y el cabo Vidio, se extiende una costa cortada en abruptos acantilados, agujereada por cuevas marinas y salpicada de playas ocultas. Mucho por descubrir en apenas un puñado de kilómetros.

Cabo Vidio © viamagicae

Cadavedo tiene villas indianas, hermosos hórreos, un antiguo pasado ballenero y una belleza de playa. El arenal blanco de la Ribeirona, que así se llama, se curva suavemente y queda encajado entre los salientes rocosos y los elevados promontorios. Uno de ellos está coronado por el campo de la Garita y su famosa ermita de la Regalina, que se alza frente a una vista sobrecogedora de la costa y las aguas del Cantábrico.

La capilla, pintada de inmaculados blanco y azul, no ha cumplido todavía un siglo, pues empezaban los años treinta de la centuria pasada cuando Galo Antonio Fernández, mejor conocido como padre Galo, decidió recuperar el antiguo culto a la virgen local. Sus raíces estaban en una imagen que, según la tradición, había sido encontrada por un campesino en el tronco de un castaño.

Al padre Galo no le quedaron muchas cosas por hacer: fue poeta, historiador, viajero, lingüista y especialista en folklore. Recaudó fondos para levantar la ermita, impulsó una romería en el lugar y recuperó viejas danzas y costumbres locales para su celebración, que hoy continúa siendo un verdadero acontecimiento popular en la zona.

Vista de la Regalina, los acantilados y la playa de Cadavedo al fondo © viamagicae

Pero la bellísima panorámica que puede contemplar quien asciende hasta la ermita no es el único espectáculo visual de este tramo de costa, porque escasos kilómetros al este se encuentra la playa del Silencio. Un nombre inspirador para un lugar que, a poco que se observe desde lo alto, obliga a imaginar un barco con bandera negra y piratas desembarcando tesoros para enterrarlos en mitad de la vegetación; una perfecta media luna rematada por moles de piedra y casi devorada por el verde que se ha mantenido intacta y salvaje. Quizá no seduzca a quienes buscan tumbarse en la arena, aquí sustituida por pulidos cantos, o bañarse en aguas de temperatura agradable. Estas son frías y cristalinas, y esperan a aquellos que sepan apreciar el privilegio de pisar un sitio semejante.

No hay que recorrer mucha distancia para alcanzar las impresionantes paredes verticales del cabo Vidio, también en el concejo de Cudillero. Aquí se levanta uno de los últimos faros que se construyeron en España y se ofrece a la vista un entorno de pasmosa fotogenia, pero lo más sorprendente, sin duda, está oculto en la barriga del cabo. Se trata de la Iglesiona, una gigantesca cueva marina a la que solo se puede acceder con marea baja y tomando las precauciones adecuadas. Todo habrá valido la pena cuando, terminado el descenso, nos encontremos en la alucinante cavidad con sus bóvedas naturales a cuarenta metros de altura y su gran boca abierta a las olas cantábricas. Las maravillas repartidas en solo una docena de kilómetros parecen motivos más que buenos para acercarse a este tramo del litoral asturiano y admirarlo de la mejor manera posible: sin prisas, sin ansias y sin ruidos.

Playa del Silencio © viamagicae

Ermita de la Regalina © viamagicae

Cueva de la Iglesiona © viamagicae