CAMINITO DEL REY

CAMINANDO JUNTO A LAS ÁGUILAS
Málaga

En algún lugar entre las sierras malagueñas está el desfiladero de los Gaitanes, y pegado a sus vertiginosas paredes discurre el que algunos llegaron a llamar ‘sendero más peligroso del mundo’: el Caminito del rey.

Panorámica del puente colgante © viamagicae

No deja de ser curioso que ese trayecto, que hoy da para presumir de intrépidos a quienes lo completan, fuese hace décadas recorrido habitual de niños que iban a la escuela y amas de casa que volvían con la compra. Ni unos ni otras, hasta donde sabemos, se hacían ‘selfies’ en el impresionante cañón que el río Guadalhorce ha excavado en estas montañas de piedra. Corrían los primeros años del siglo XX cuando se decidió construir aquí un complejo hidroeléctrico que aprovechara el desnivel y la fuerza de las aguas. Y para que los trabajadores de la compañía pudiesen pasar de una margen a otra sin dar un largo rodeo, se dispuso un sendero de servicio que en muchos tramos quedaba suspendido sobre el abismo.

Pasarelas de madera © viamagicae

La obra fue inaugurada en 1921 por el rey Alfonso XIII, quien visitó la zona deseoso de ver aquella maravilla y acabaría dando nombre también al camino. Un camino que dejó entonces de ser necesario para los obreros y empezó a ser utilizado por la gente de la comarca en su vida cotidiana; no exactamente una vida fácil. La cercana población de El Chorro solo contaba con un puñado de casas, y eran muchas las familias que habitaban las cuevas de la sierra a falta de algo mejor. Para todas ellas, aquella senda que salvaba el enorme tajo del desfiladero hizo más sencillas la comunicación y las relaciones con las demás personas de la zona.

El tránsito por la pasarela era constante día y noche. Muchas parejas de enamorados se reunían en ella y algunos, según se cuenta, incluso usaban la bicicleta o el caballo. Pero los años, la naturaleza y la dejadez acabarían afectando a aquella estructura artificial encajada en un paraje que pertenecía a las cabras, las águilas, los reptiles y los buitres. En las últimas décadas del siglo XX el sendero se volvió impracticable y una parte de la historia de la comarca parecía terminar.

Pasarelas de madera [2] © viamagicae

Algunos excursionistas, por imprudencia o desconocimiento, se aventuraron en el viejo y peligroso recorrido y hubo varios accidentes mortales. Se cerraron los accesos y se establecieron elevadísimas multas para evitar que las tragedias se repitieran, pero todas aquellas medidas parecieron aumentar el atractivo del desafío para un buen número de amantes del riesgo con un guisante por cerebro.

Entre la inconsciencia de los ‘youtubers’ y la nostalgia de los habitantes de la región por una de sus señas de identidad, se abrió paso, ya en el nuevo siglo, un proyecto de recuperación del camino que logró llegar a buen puerto. En 2015 se reabría al público la vertiginosa ruta, y poco tiempo después era mencionada por guías nacionales e internacionales como visita imprescindible para cualquier senderista con pedigrí. No, desde luego, por su longitud, ya que la parte más espectacular mide alrededor de tres kilómetros, sino por el asombroso escenario que forman las paredes de roca de la garganta y las aguas del río, un centenar de metros más abajo.

Pasarelas de madera [3] © viamagicae

Pasarelas de madera [4] © viamagicae

Desfiladero de los Gaitanes © viamagicae