EL INAGOTABLE NORTE

Durante las próximas semanas, nuestras chinchetas se distribuirán por las tierras de Cantabria, Asturias y Galicia. Parajes del norte marcados por las peregrinaciones a Santiago que comparten verde, herencia marinera, tesoros artísticos y pueblos rescatados de las profundidades del tiempo.

Vista de la REgalina, los acantilados y la playa de Cadavedo al fondo (Asturias) © viamagicae

Comparten también un pasado ballenero en las aguas cantábricas y cierta inclinación a levantar santuarios que miran al mar, además de la exuberancia de unas mansiones indianas que todos los emigrantes a América soñaron con poder construir. Pero todo ello no deja de ser el trazo grueso, pues si algo abunda en estos contornos son enclaves singulares, cada uno de ellos con su propia belleza y su propio relato.

 

Es el caso de Liérganes, una villa cántabra que en tiempos fabricó cañones para la flota del viejo imperio español, y en la que se cuenta una inverosímil historia sobre un hombre pez que, al parecer, tuvo nombres y apellidos.

 

Es también el caso de Comillas, donde veraneó Alfonso XII y donde el joven Gaudí proyectó El Capricho para un rico indiano. O de Valderredible, en cuyo municipio dejó multitud de joyas arquitectónicas aquel románico que penetraba rápidamente por la ruta a Compostela.

Hombre pez de Liérganes (Cantabria) © viamagicae

En el suelo de Cantabria permanecen marcadas algunas huellas de dinosaurio, y en sus grutas ciertas pinturas que la mano humana trazó hace muchos miles de años. Ninguna de ellas tan célebre como las de Altamira, a tiro de piedra de la aristocrática y hermosa Santillana del Mar. Una hermosura que continúa a lo largo de la costa asturiana, con espectaculares acantilados y enclaves tan únicos como la llamada playa del Silencio o la ermita de la Regalina.

Torre de Don Borja, Santillana del Mara (Cantabria) © viamagicae

Ya en tierras gallegas, volveremos a la eterna Ribeira Sacra para subir al castillo de Castro Caldelas y peregrinaremos a San Andrés de Teixido, ese santuario al que todos hemos de acudir en una o en otra vida. Atravesaremos las brumas de la simbólica y venerable aldea de O Cebreiro y nos asomaremos al oleaje que bate contra el castro amurallado de Baroña.

De maravilla en maravilla llegaremos al remoto Finis Terrae, el extremo del mundo conocido, desde donde los antiguos veían al sol sumergirse en el mar. Se cree que el lugar fue también término y principio de un antiquísimo periplo iniciático sobre el que más tarde se trazó el camino compostelano; esa vía a través de la cual, dicen que dijo Goethe, se haría Europa.

Castillo de Castro Caldelas (Ourense) © viamagicae

Aldea prerromana de O Cebreiro (Lugo) © viamagicae

Faro de Fisterra (A Coruña) y castro de Santa Tegra (Pontevedra) © viamagicae