ERMITA DE SAN BERNABÉ

Merindad de Sotocuevos – Burgos

Son varios los motivos que hacen de la Ermita de San Bernabé un lugar particularmente impresionante. El primero es el paraje en el que se encuentra, pues la cueva que aloja al santuario no es sino una pequeña parte del enorme complejo kárstico de Ojo Guareña. Sus más de cien kilómetros de grutas a diferentes niveles forman un alucinante mundo subterráneo plagado de caprichosas formaciones geológicas, simas, galerías y también huellas de los seres humanos que, de un modo u otro, han usado estas cavernas desde los tiempos remotos.

Ermita de San Bernabé: exterior © viamagicae

Sobre la propia historia de la ermita existen dudas y enigmas que empiezan por su época de construcción. Lo cierto es que las cavidades de la zona sirvieron de lugar de culto desde muy antiguo, y no parece descabellado suponer que algunos cristianos huidos de las invasiones árabes, en el siglo VIII, ya hubiesen aprovechado este sitio como oratorio o como refugio de eremitas.

Para el siglo XIII ya debía de estar asentado aquí un santuario dedicado a San Tirso. De ese santo y de ese tiempo es la talla que se conserva en el interior, y aún habrían de pasar cientos de años para que San Bernabé se uniese a Tirso y la pequeña iglesia quedase con una doble advocación.

Se podría decir que el aspecto actual de la ermita empezó a definirse hace algo más de tres siglos; primero con la construcción de unas fachadas exteriores que parecen fundirse con la roca, y después con la realización de las primeras y famosas pinturas murales en las bóvedas. Por entonces, un amplio espacio de la cueva, conocido hoy como Sala del Ayuntamiento, hacía de lugar de reunión para el concejo. Hasta 1616, las sesiones se habían celebrado al aire libre, en torno a un gran árbol que llamaban la Encina Sagrada, y los acuerdos alcanzados bajo aquellas ramas seculares eran escrupulosamente respetados. Pero en ese año se creó el primer archivo de la merindad, y las reuniones, de las que ahora se levantaba acta, pasaron a tener lugar en el interior de la sala rupestre. El peculiar espacio situado junto a la entrada de la gruta terminaría siendo sede municipal hasta 1924, fecha en que fue trasladada a la localidad de Cornejo.

Ermita de San Bernabé: exterior [2] © viamagicae

Pero, como decíamos, serían las deslumbrantes pinturas que cubren las bóvedas de la caverna lo que más singularidad aportaría a una ermita ya muy singular. En 1705, los responsables del santuario tomaron la decisión de encargar a un pintor, cuyo nombre no se ha conservado, una obra mural que ilustrase los diez martirios que, según las hagiografías, le tocó sufrir a San Tirso. La tradición describe al santo como un soldado romano que se convirtió al cristianismo tras quedar admirado por el valor y la entereza del mártir San Leoncio. Pocos años después, él mismo acabaría siendo martirizado en tierras de la actual Turquía, y su culto pasaría a Occidente envuelto en el fantástico relato que narra su resistencia a los tormentos.

Tirso soportó, sin queja ni daño alguno, una larga sucesión de atrocidades: lo arrastraron atado por las calles, le rompieron ambas piernas, lo flagelaron, derramaron plomo fundido sobre su cuerpo, lo introdujeron en agua hirviendo, lo arrojaron desde lo alto de unas murallas, lo echaron al mar metido en un costal, lo ofrecieron a unas fieras famélicas, lo azotaron e intentaron cortar sus miembros con una sierra. De todo salió indemne, y todo lo plasmó el desconocido artista que, a comienzos del XVIII, trabajó en los muros de esta mágica ermita.

Ermita de San Bernabé: exterior [3] © viamagicae

El resultado es enormemente expresivo y su estética podría recordar a los modernos cómics, con escenas a modo de viñetas separadas por orlas y textos encerrados en rectángulos. Pero todavía faltaba una segunda obra sobre las bóvedas. Se ejecutaría en 1877, y completaría las pinturas murales con representaciones de varios milagros atribuidos en la comarca a los santos Tirso y Bernabé.

En la ermita de la Merindad de Sotoscueva, uno de los enclaves religiosos más únicos de España, parecen juntarse el arte con el misticismo y la tradición cristiana con las energías telúricas. Todo está presente, de una manera o de otra, en la conocida y concurrida Romería de San Bernabé. Cada mes de junio arranca en torno a la Encina Sagrada, donde es nombrado el Carbonero Mayor, y continúa con una misa al aire libre en la explanada que se abre frente al santuario. Todos resultan actos familiares para un lugar que ha sido, durante miles de años, escenario de quién sabe cuántos solemnes rituales.

Ermita de San Bernabé: exterior [4] © viamagicae

Ermita de San Bernabé: entorno © viamagicae

Ermita de San Bernabé: entorno [2] © viamagicae

Ermita de San Bernabé: gruta © viamagicae

Ermita de San Bernabé: inscripción del archivo © viamagicae

Ermita de San Bernabé: altar © viamagicae

Ermita de San Bernabé: pinturas © viamagicae

Ermita de San Bernabé: pinturas [2] © viamagicae

Los martirios de San Tirso © viamagicae

Los martirios de San Tirso [2] © viamagicae

Los martirios de San Tirso [3] © viamagicae

Milagros de San Tirso y San Bernabé © viamagicae