MONASTERIO DE POBLET

LA GRAN ABADÍA DEL CÍSTER
Santa María del Poblet – Tarragona

Cuenta la leyenda que un ermitaño llamado Poblet fue liberado milagrosamente de las cárceles de un rey moro que dominaba esta zona. Hoy, la abadía tarraconense del mismo nombre es un símbolo cultural y una armónica fusión de estilos que ha sobrevivido a incendios y saqueos.

Monasterio de Poblet © viamagicae

Relatos legendarios al margen, el origen del monasterio hay que buscarlo en el avance de la Reconquista y en las ansias de Ramón Berenguer IV por repoblar las tierras ganadas a los musulmanes. Estamos a mitad del siglo XII, y los monjes cistercienses parecen una buena elección para la colonización y el cultivo del lugar. Así que se asientan en este idílico entorno boscoso, y para el último tercio de la centuria ya se ha erigido la gran iglesia monástica.

Poco después comienzan las obras de un espléndido claustro y todo crece bajo la protección y el favor de nobles y reyes. Alfonso II el Casto, hijo del fundador, impulsa las obras y es el primer monarca que elige este sitio para su descanso eterno. Su nieto Jaime I, al sentir que el tiempo se le acaba, pide ser amortajado con el hábito del Císter; pero en lugar de ser enterrado como los monjes de la orden, sin ataúd y directamente en la tierra, termina también sepultado entre estos muros. Será, sin embargo, Pedro el Ceremonioso quien encargue a los escultores de su época los sepulcros y las estatuas de alabastro que van a formar el impresionante Panteón Real. Para custodiar las osamentas de los viejos reyes aragoneses, a las que también se unirán las suyas, hace levantar una sólida muralla en torno al monasterio.

Panteón Real © viamagicae

Fuera de ella quedan algunas dependencias y la capilla de Santa Catalina, utilizada por quienes pasan la noche en la hospedería al estar el templo monástico restringido al uso de los monjes.

Así, bajo el ala de los poderosos, Santa María de Poblet alcanza un radiante esplendor medieval. Las obras y ampliaciones se suceden y los propios abades del monasterio llegan a dominar enormes extensiones y a ocupar un lugar preferente al lado de los monarcas. Martín el Humano construye el Palacio Real, una joya del gótico, y en tiempos de los Reyes Católicos se añade la Puerta Dorada, Ese nombre, sin embargo, se le dará más adelante, cuando Felipe II done las planchas de bronce que recubrirán la construcción.

Detalle Monasterio © viamagicae

Los siglos posteriores aún aportarán más elementos a la monumentalidad del conjunto, pero todo termina en 1835. La desamortización llega al antiguo monasterio cisterciense y lo sumerge en un abandono del que pronto quieren sacar provecho los saqueadores. Son profanadas y despojadas las tumbas del Panteón Real, y los restos de los monarcas medievales terminan amontonados en cajas. Pasarán por varios lugares hasta volver a su sitio en 1952. Para entonces, una nueva comunidad de monjes llegados de Italia ha rescatado al monasterio de la ruina.

Su admirable equilibrio y la naturalidad con que conviven tendencias románicas, góticas, renacentistas y barrocas, han hecho de este gran complejo monástico uno de los pocos que en España engrosan la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Superviviente de la oscuridad medieval, las crisis de la Edad Moderna y el incendiario XIX español, Poblet conserva sus piedras ilustres y cobija, todavía, los rezos de la casi milenaria Orden del Císter.

Claustro mayor: templete del lavabo © viamagicae

Retablo Renacentista de Damià Forment (siglo XVI) © viamagicae

Puerta Real © viamagicae

Plaza del Monasterio © viamagicae