Se había empezado esa iglesia a finales del siglo XII, según la forma de hacer románica, y su construcción llevó tanto tiempo que terminaría aglutinando tendencias y piedras de diferentes períodos artísticos. De todos los trabajos de artistas y constructores, ninguno le ha dado más fama a Santa María que la majestuosa portada gótica realizada doscientos años después del comienzo de las obras.
Las cinco arquivoltas del pórtico están ocupadas por ángeles, santos, reyes y profetas; su tímpano, por escenas del evangelio; y su parteluz, por la figura de la Virgen, a la que se dedica el templo. Parte de la espectacularidad del conjunto se debe a los vivos colores que cubren las esculturas desde, aproximadamente, 1700, y que han podido resistir estos tres siglos al quedar al abrigo de la intemperie.
Muy próxima al templo, pero separada de él, se encuentra la que llaman torre abacial, una gran atalaya nacida también en tiempos románicos y que quizá llego a formar parte de un monasterio. Aunque su aspecto, como casi todo en la ciudad medieval, haga pensar en la guerra.