SAN JULIÁN DE SAMOS

LOS DOS CLAUSTROS DE SAMOS
Lugo

La fundación de monasterio lucense de Samos parece remontarse al lejano siglo VII. A lo largo de toda esa historia ha muerto y revivido varias veces, se ha hecho sabio y ha consolidado su nombre entre los monumentos emblemáticos del Camino de Santiago.

Vista aérea de San Julián de Samos © viamagicae

Se dice que entre los monasterios habitados de España, este es el más antiguo. Debió de nacer en tiempos de los visigodos y lo tradicional es atribuir su fundación a san Martín de Dumio, pero fue abandonado en el siglo VIII al hacerse demasiado presente la amenaza musulmana. En cuanto el peligro se desplazó hacia el sur, el rey Fruela ofreció el lugar a un abad llamado Argerico y aquel primitivo edificio volvió a cobrar vida. Más adelante, el cruel Fruela fue asesinado y los monjes del monasterio dieron refugio y educación a su hijo, quien pasaría a la historia como Alfonso II el Casto y sería, según la tradición, el primero en peregrinar a la tumba del apóstol.

 

La abadía hacía de referencia espiritual de la región, y probablemente en el siglo X adoptó la regla benedictina. Creció su prestigio, aumentó su influencia y se multiplicó su poder con el dominio de vastas extensiones, pero el destino de las piedras medievales de Samos, según parece, era terminar devoradas por el fuego. Ocurrió en 1558.

Fachada barroca del monasterio © viamagicae

El conjunto actual se erigió casi completamente en la Edad Moderna, y lo cierto es que su aspecto exterior, más bien austero, no da demasiadas pistas sobre la hermosura y la nobleza de los dos claustros. El que llaman del padre Feijoo es el más espectacular, entre otras cosas por unas dimensiones que lo sitúan entre los mayores de España. Comenzado en el siglo XVII y terminado a mitad de la centuria siguiente, en el centro de su jardín se halla la estatua del erudito, que tomó aquí los hábitos y ha quedado como mayor exponente de la dimensión cultural que Samos llegó a adquirir..

El otro claustro, el de las Nereidas, recibe el nombre de su famosa fuente. Fue levantado sobre los restos de la obra románica que las llamas consumieron en el siglo XVI, así que es más antiguo que el primero y también más pequeño y acogedor. En su construcción se siguieron aún los viejos modelos estéticos del gótico.

Claustro de las Nereidas © viamagicae

Sobre la fuente de las Nereidas existe, como debe ser, una leyenda. Cuenta que en cierta ocasión se decidió retirar las figuras de aquellas criaturas con cuerpo de lamprea y cabeza de mujer, por resultar poco apropiadas para un lugar de recogimiento. Pero cuando los hombres encargados de moverlas se pusieron a la tarea, descubrieron que el peso de las estatuas había aumentado incomprensiblemente y les impedía desplazarlas siquiera medio palmo.

Así, la fuente y las nereidas continuaron en su sitio, como continúa la fachada barroca de la iglesia monacal, cuya escalera recuerda inevitablemente a la del Obradoiro santiagués. En el interior del templo se guarda, entre otros tesoros, uno de los mayores órganos de Galicia. Y es que todo en San Xulián de Samos parece grande e imponente. Su antigüedad, su arquitectura a caballo de los siglos, y su historia poblada de monjes, ilustrados y peregrinos a Compostela.

Botica del monasterio © viamagicae

Botica del monasterio [1] © viamagicae

Lectura en el refectorio durante la comida © viamagicae

Inscripción en el claustro de las Nereidas (¿Qué miras, bobo?) © viamagicae

Pinturas murales © viamagicae

Pinturas murales [1] © viamagicae

Fuente de las Nereidas © viamagicae