Vale la pena prestar atención a los capiteles y demás trabajos escultóricos de la iglesia porque guardan unas cuantas sorpresas: desde una mujer pariendo hasta un hombre enseñando su falo, además de aves, cuadrúpedos, ornamentos vegetales y figuras bestiales o grotescas. En la hermosa puerta románica situada junto a la fachada del templo están, además, esculpidos los símbolos de los cuatro evangelistas: el águila, el ángel, el toro y el león. Coinciden los expertos en que estas y otras tallas del conjunto revelan una fuerte influencia del taller del Maestro Mateo.
La portada da acceso al claustro del XVI, cuya sobriedad se lleva muy bien con la obra románica, anterior en varios siglos. Tan bien se lleva que incluso puede verse una lápida de un abad medieval, aprovechada en las reformas renacentistas, que quedó encajada entre los sillares.
Santa Cristina de Ribas de Sil es una rara maravilla de granito, no solo por su arquitectura austera, vertical y estilizada, sino también por dar la sensación de haber brotado naturalmente entre la espesura, como si se tratase de otro roble u otro castaño. Así de intenso y de nítido es el equilibrio que se puede percibir junto a estos muros, escuchando cómo discurren, un poco más abajo, las aguas del río.