A principios del siglo IX, el hallazgo de la que, según se afirmaba, era la tumba del apóstol Santiago, sacudió a toda la cristiandad. Los devotos no tardaron en echarse al camino para peregrinar a los confines de Occidente y, poco a poco, empezaron a surgir santuarios y posadas a lo largo de aquel extenuante y peligroso itinerario.

Poblado de O Cebreiro © viamagicae

Una de esas primeras hospederías la fundaron los monjes benedictinos en las duras montañas lucenses; en un alto que hoy hace de puerta de entrada a Galicia para quienes recorren el Camino Francés. O Cebreiro, situado a 1300 metros, ya había sido lugar de paso de las vías romanas y tenía una historia aún más remota, con pobladores que vivían en pallozas mucho antes de la llegada de las legiones. Sin embargo, sería la ruta jacobea lo que marcaría para siempre a la aldea.

La iglesia y el monasterio ya estaban en pie pocas décadas después del descubrimiento del sepulcro compostelano, y se cuenta que los religiosos hacían sonar las campanas para orientar a los peregrinos en la espesa niebla de las montañas. En el siglo XI, Alfonso VI de León puso el lugar en manos de los monjes franceses de Aurillac, y el Camino se fue consolidando al tiempo que el santuario de O Cebreiro era favorecido por los sucesivos monarcas con donaciones y privilegios.

Santuario de O Cebreiro © viamagicae

Pero será algo más tarde, hacia el año 1300, cuando se empiece a difundir la leyenda milagrosa del Santo Grial. Cuenta que un tal Juan Santín, que vivía a cierta distancia del santuario, acudió a misa a pesar de la tormenta de nieve que se había desatado. Al verlo entrar, el monje encargado de celebrar el culto, que no esperaba a nadie, se burló de que el hombre hubiese hecho tal sacrificio por ir a ver nada más que un poco de pan y de vino. Pero al ser pronunciadas estas palabras, la hostia y el vino se transformaron en carne y sangre reales, y el escéptico oficiante cayó desplomado mientras las campanas empezaban a repicar solas.

El relato del milagro atravesó las fronteras de Europa y, según se dice, pudo inspirar algunas de las historias del ciclo artúrico. Lo que es seguro es que impresionó vivamente a los Reyes Católicos, que visitaron el lugar en 1486 y se preocuparon de restaurar los maltrechos edificios y de devolver a los benedictinos el control de O Cebreiro, además de donar un relicario para guardar los restos del prodigio. La tradición popular añade que la reina Isabel intentó llevarse las reliquias consigo, pero a poca distancia del santuario los caballos de la comitiva se negaron a seguir, y la soberana, interpretándolo como señal divina, ordenó volver al monasterio y restituir lo tomado.

Fotograma de la serie El Grial de Ancares – Lugopress © viamagicae

Las referencias al milagro del Grial siguen presentes hoy en la iglesia prerrománica de Santa María la Real, uno de los monumentos más antiguos del Camino y también uno de sus enclaves más legendarios. A la derecha de su altar mayor está la Capilla del Santo Milagro, con una imagen de la Virgen cuya cabeza, se dice, quedó ladeada cuando se inclinó para observar el maravilloso suceso. También están aquí dos sepulcros que se atribuyen al campesino y al fraile protagonistas de la leyenda, y, por supuesto, el cáliz y la patena del milagro, unas extraordinarias piezas románicas guardadas junto al relicario que donaron los Reyes Católicos.

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El santuario de O Cebreiro tuvo una larga decadencia que culminó con la marcha de los monjes tras las desamortizaciones, a mediados del siglo XIX. Las dependencias monásticas quedaban definitivamente abandonadas y les esperaban más de cien años de degradación y ruina hasta que, en la segunda mitad del XX, el Camino de Santiago volviera a coger aliento. Se restauró entonces la iglesia, se reconstruyó el antiguo hospital y se puso en marcha el museo etnográfico aprovechando las tradicionales pallozas. El interior de estas viviendas, con cubierta de paja y espacio para personas y animales, da una idea de lo que fue la vida en las cumbres lucenses durante muchos siglos.

La primera etapa del Camino por suelo gallego empieza en esta aldea emblemática y lleva a Triacastela, en la comarca de Sarria. Y en ese municipio se encuentra otra pieza singular custodiada por los muros de la Iglesia de San Salvador de Toldaos: una virgen abrideira. Es decir, una talla mariana con dos puertas o batientes móviles en su parte frontal que al abrirse forman un tríptico que muestra una escena religiosa. Se trata de una tradición bajomedieval de la que existen muy pocos ejemplos en Galicia, así que merece la pena acercarse a este templo, como la merece visitar la iglesia parroquial de Cancelo, cuyo interior está cubierto de hermosas pinturas murales del siglo XVI. Es un buen final para uno de los tramos más especiales y fascinantes de la milenaria ruta a Compostela.

Santuario de O Cebreiro: exterior © viamagicae

Palloza-museo: exterior © viamagicae

Palloza-museo: interior © viamagicae

Peregrinos subiendo a O Cebreiro © viamagicae

Monumento al pererino en el Alto de San Roque © viamagicae

Pinturas renacentistas en la iglesia parroquial de Cancelo (Triacastela) © viamagicae

Virgen «abriedira» en San Salvador de Toldaos (Triacastela) © viamagicae

Virgen «abrideira» en San Salvador de Toldanos (Triacastela) [2] © viamagicae