Tan larga historia ha dejado huellas bien visibles en el casco antiguo: hay puertas góticas, sillares románicos y ornamentos barrocos; hay arcos de herradura, lienzos de muralla y filigranas en forja. Todo encaja en una estética de piedras doradas y hermosas callejuelas que acaban llevando al mirador de Josep Pla para contemplar los campos ampurdaneses y las islas Medas.
Tampoco faltan vestigios de épocas más remotas, como las tumbas antropomorfas del período visigótico, ni mucho menos relatos, leyendas e invenciones, según corresponde a una población de largo recorrido. Unos resultan más clásicos, como los vinculados a la silueta de bruja que se aprecia en el muro de la iglesia de Sant Pere, y otros más extravagantes, como la teoría que sostiene que Colón no habría partido a la aventura desde Palos de la Frontera, sino de Pals, en plena costa gerundense. Sus defensores esgrimen que la villa contaba con un puerto de importancia en tiempos del proyecto colombino, y que, a diferencia de Palos, contaba también con unas murallas bien visibles que figuran, según dicen, en los documentos de la época…