RÍAS BAIXAS

LOS CAMINOS DEL BAIXO MIÑO
Pontevedra

En la zona más meridional de la provincia de Pontevedra se juntan la historia remota con la reciente y la montaña con el mar. El casco antiguo de Tui, el monasterio cisterciense de Oia y la célebre citania de Santa Trega son aquí referencias ineludibles.

Puente de A Ramallosa sobre el río Miñor, entre los municipios de Nigrán y Baiona © viamagicae

Decía Risco, o venía a decir, que Galicia contenía el mundo. Y casi se podría afirmar lo mismo sobre la comarca pontevedresa del Baixo Miño, que empieza en las costas atlánticas y acaba en el viejo y señorial Tui. En ella están el castro más emblemático del territorio gallego y una de las poblaciones con mayor solera; están los montes sagrados y los petroglifos, el rastro románico y el océano. Están los molinos del Folón y el Picón y el monasterio único de Santa María de Oia.

Por eso, porque hay que saltar de unos tiempos a otros para ir situando maravillas, conviene recorrer la región despacio y con los ojos bien abiertos.

La de Oia es una construcción monástica plantada frente a las mismas olas del mar, y su fundación se remonta, al parecer, al siglo XII. Sus monjes criaron caballos y aprendieron a curar con plantas medicinales; pero tampoco les eran ajenas las artes de la guerra, y con ellas supieron hacer frente a los piratas turcos que, allá por 1624, llegaron a esta costa ávidos de tesoros.

Batería de cabo Silleiro © viamagicae

Enemigos como aquellos esperaba la batería de cabo Silleiro, un puesto defensivo costero cuyos primeros cañones pertenecieron a un acorazado hundido en 1923. Pero la amenaza nunca se presentó, y la artillería, situada en el municipio de Baiona, ha seguido apuntando tercamente al mar desde la cima del monte, donde continúa.

Mucho más vivos que los restos militares están los ríos y arroyos de Oia, que salpican la zona de pequeñas cascadas y parajes como las pozas de Mougás o el pozo del Arco. Algo más al sur, en tierras de O Rosal, espera ese singular conjunto etnográfico formado por una cincuentena larga de molinos dispuestos en hilera sobre las vertientes de los ríos Folón y Picón. Y después viene A Guarda, que se arrima a Portugal con el enorme castro de Santa Trega mirando desde las alturas cómo el Miño se junta al Atlántico. Había aquí ocupantes cientos de años antes de que Roma llegara con sus dioses y sus soldados.

También en las alturas están las torres almenadas de la catedral de Tui, un templo con aspecto de bastión militar que primero fue románico y después se hizo gótico, como se aprecia en el claustro y la extraordinaria fachada principal. Hay que caminar hasta el último recoveco del casco histórico tudense antes de volver, quizá, al norte y detenerse en el antiguo puente que une Baiona con Nigrán.

Parece posible que ese puente, llamado de A Ramallosa o de San Telmo, se construyera sobre los restos de otro arrasado por Almanzor. Lo que es seguro es que en su centro hay un crucero y una imagen del santo, y que su historia se entreteje con leyendas y supersticiones. Como la de cada rincón de la tierra gallega.

Monasterio de Oia [1] © viamagicae

Monasterio de Oia [2] © viamagicae

Molinos del Folón © viamagicae

Pozas de Loureza © viamagicae

Pozo do Arco © viamagicae

Castro de Santa Tegra © viamagicae

Portada principal de la catedral de Tui © viamagicae