SANT PERE DE RODES

RECOMPONIENDO UN PASADO ENIGMÁTICO
El Port de la Selva – Girona

La historia de Sant Pere de Rodes parece un difícil rompecabezas que estamos lejos de completar. Lo forman un puñado de leyendas, algunas realidades que no encajan y un gran monasterio situado en la espectacular costa gerundense.

Vista aérea del monasterio © viamagicae

No parecía tener mucho sentido la presencia de un monasterio de tales dimensiones en un lugar semejante, lejos de las rutas más transitadas y mirando al Mediterráneo desde la sierra de Verdera, junto al cabo de Creus. Y, sin embargo, ahí estaba.

El descubrimiento de cierto pequeño cofre vino a arrojar algo de luz sobre el misterio: contenía unas antiguas reliquias que, unidas a su relato legendario, ofrecían un punto de apoyo para intentar desentrañar el desconocido origen de Sant Pere. Ese relato empieza a principios del siglo VII, con Roma temiendo una invasión inminente y un atemorizado papa confiando a tres monjes una misión trascendental: huir por mar y esconder en alguna tierra lejana los restos de san Pedro y otros mártires para evitar que cayesen en manos del invasor.

Vista del Monasterio y la bahía al norte del cabo de Creus © viamagicae

Según la leyenda, los monjes llegaron a estas costas y ocultaron el cofre en una cueva de la sierra. Algunas versiones cuentan que más adelante intentaron recuperarlo y llevarlo de vuelta al Vaticano, pero no pudieron dar con la gruta en la crecida espesura. El caso es que los despojos de Pedro ya no regresarían a Italia, y para su honra y veneración se levantó aquí un monasterio con el nombre del apóstol crucificado cabeza abajo. Algo que explicaría la importancia que adquirió el lugar durante la Baja Edad Media, las muchas peregrinaciones que recibió y el favor que los poderosos le dispensaron.

Sin embargo, la documentación histórica parece indicar unos comienzos más bien humildes. La primera noticia escrita de Sant Pere data de finales del siglo IX, y hace referencia a una pequeña comunidad monástica que, probablemente, se habría formado tiempo atrás, cuando los eremitas que rezaban en cavernas y se mortificaban en soledad decidieron reunirse en un primitivo cenobio.

Castillo de Sant Salvador de Verdera © viamagicae

Hasta bien entrado el siglo X no adquiere el monasterio cierta independencia, y es entonces cuando empieza su historia grande. Con el apoyo de los condes de Ampurias se levantan la iglesia románica y el claustro, y la abadía se va convirtiendo en un gran centro de peregrinación gracias a las reliquias que supuestamente custodia. El papa le otorga la facultad de conceder indulgencias, sus posesiones se extienden y sus riquezas aumentan mientras los artesanos del pueblo de Santa Creu trabajan para su servicio y los guerreros del castillo de Sant Salvador de Verdera la protegen con la espada. Es el esqueleto social de la Edad Media tendido en el paraje idílico del cabo de Creus.

Durante esas épocas de abundancia, que se estirarán casi hasta la Edad Moderna, la esplendorosa arquitectura románica es modificada varias veces con obras y más obras. Pero la opulencia acaba degradando la vida monástica, las donaciones de los nobles empiezan a ser menos frecuentes y los piratas ponen el ojo en los tesoros de los monjes. Guerras y pestes se unen al resto de calamidades y Sant Pere inicia una larga y prolongada cuesta abajo hasta su abandono a finales del XVIII.

Castillo de Sant Salvador de Verdera [2] © viamagicae

Las torres del monasterio © viamagicae

Con reformas, reconstrucciones ataques, expolios y demás sucesos, el conjunto monacal sigue resultando impresionante, en parte por su entorno y sus vistas a la bahía de El Port de la Selva, y en parte por la pura belleza de sus viejas naves y sus capiteles románicos. Nadie discute que lo que permanece en pie es una maravilla, aunque las controversias sobre la datación y las peculiaridades constructivas del templo parecen lejos de quedar zanjadas. Y es que hay algo más que restos y leyendas medievales en esta sierra del Alto Ampurdán. Algo que conecta al paraje con el aliento clásico de Grecia y de Roma, pues se cree que pudo existir aquí un santuario dedicado a Afrodita Pyrene, y se han identificado fragmentos de procedencia antiquísima, probablemente romana.

En cualquier caso, no es este un monasterio más ni un monumento más. No puede serlo un lugar pegado al mar en el que se adoraron viejos dioses, se enterraron huesos de santos, se acumularon tesoros, se libraron batallas y se perdonaron pecados a los caminantes.

Fachada del monasterio © viamagicae

Campanario y nave central de la iglesia © viamagicae

El claustro inferior © viamagicae